domingo, 30 de mayo de 2010

Algo nuevo aprenderéis a poco que escuchéis.

Y despertarte, desayunar, vestirte, ir a clase, comer, estudiar, estudiar, estudiar, cenar, dormir y despertarte, desayunar, vestirte, ir a clase, comer, estudiar, estudiar, estudiar, cenar, dormir y despertarte....
Una treintena de adolescentes hormonados encerrados durante seis horas es difícil de dominar. No hablemos ya de lo difícil que será captar su atención y conseguir que aprendan.

Filosofía. 50 minutos rompe-rutina entre las seis horas de encierro de estas fierecillas. Fierecillas que hemos sido, somos o seremos todos alguna vez.

Y es que, probablemente, sean los 50 minutos más esperados de las 6 clases que se imparten diariamente y, también es bastante probable, los que más se aprovechen. Curioso es que se quiera recibir docencia y se imparta de forma amena. Principalmente por dos motivos: estudiar, no es el pasatiempo preferido de ninguno de estos adolescentes hormonados y, como bien apuntaban Adorno y Marcuse la sociedad ha llegado a tal punto que existe un fuerte rechazo a la razón y la creencia de que las cosas solo son importantes por su utilidad (efectivamente, se demuestra que son clases aprovechadas).

Y es que no solo los conocimientos que se imparten en esta clase lo están de la mejor forma posible para que los alumnos comprendan, analicen e interioricen lo que escuchan si no que se incita al alumno a pensar (sí, a estas alturas de la vida, es algo poco común) y a crear su propia opinión, a expresarse, a madurar… Y este, es posiblemente uno de los aspectos más importantes. Que quizá, pudiese ampliarse. Con debates, con mayor número de ejercicios prácticos etc.

Durante el tiempo invertido (que no perdido con dignidad) que nos brinda Don Enrique Mesa la atención, participación y aprendizaje incrementan de forma exponencial en comparación a las horas restantes. El ritmo, lo marca el alumno, según si los conceptos están claros o no, digno de envidiar por el resto de asignaturas en las que la gran mayoría se encuentra, o nos encontramos en un grandísimo mar de dudas que no hace más que crecer y crecer. Aunque, bien es cierto, que en ciertas ocasiones para algunos este ritmo puede ser excesivamente lento. Lógicamente, nunca llueve a gusto de todos.

Dudo, y lo dudo mucho, que alguno de los alumnos que se han dispuesto a escribir esta crítica haya logrado redactar una lista de aspectos negativos y no solo por el miedo a que su nota se vea influenciada (segura estoy de que alguno lo ha tenido) sino porque es, ha sido, y posiblemente sea, la clase más aprovechada, más esperada, más útil en nuestra vida diaria y más amena que hayamos tenido.

Y aún con todo, hay un espacio para la educación, sí, para las buenas formas."Buenos días Señor Profesor, ¿se puede pasar?"

Mis más sinceros agradecimientos a Enrique Mesa por perder el tiempo con dignidad con nosotros, por la oportunidad de plasmar nuestra opinión en temas muy distintos y por enseñarnos, en bastantes aspectos, a vivir.



Annie Castaño Gómez

lunes, 10 de mayo de 2010

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La religión. Los lugares públicos. La educación. El burka.

En las últimas semanas un simple trozo de tela ha sido protagonista en informativos en numerosas ocasiones. Debates sobre lo correcto, la ética, lo que es de buena o mala educación, el respeto a las religiones… Y ¿realmente es tan importante o difícil resolver esta cuestión?
Está claro que todas las religiones deben ser respetadas, pero también es cierto que todo debe tener un límite. Aclaremos esto. Independientemente de que le encontremos o no sentido, llevar la cabeza tapada en lugares cubiertos es de mala educación. Si nos regimos por esto, el uso del velo debería estar prohibido tanto en institutos, colegios, y en todas las instituciones de carácter público. Es simple. Si, por ejemplo, en un instituto, está prohibido llevar gorra, también debería estarlo el velo. O todo, o nada. ¿Quién te dice que no llevo una gorra por motivos religiosos? Y no es falta de respeto hacia la religión, es sentido común y en la medida de lo posible, igualdad.
Esto dejando a parte el carácter machista o de represión a la mujer que conlleva esta prenda.
Bien, el tema en los institutos ha sido uno de los más polémicos. Cualquier alumno tiene prohibido el llevar la cabeza tapada y si estamos intentando obtener algo legislado, supuestamente buscamos lo más justo, y que alguien tenga permitido lo que el resto tiene prohibido por motivos religiosos, no lo es.

Aunque, sinceramente, es bastante probable que si esto fuese característico de la iglesia católica estuviese totalmente permitido, lo cual no deja de ser injusto. El estado debería ser laico y por tanto, se deberían eliminar tanto las clases de religión de los institutos como los símbolos religiosos. Y no se debe tener mayor o menor número de derechos, y lógicamente, de deberes, ante la ley por ser de una u otra religión, o por carecer de creencias de este tipo.
Pero ¿y si consideramos que un símbolo religioso de este tipo debería estar permitido? En ese caso, cualquier prenda que cubra la cabeza lo debería estar también. Por tanto volvemos al mismo razonamiento de antes. O todo, o nada.

La decisión de llevar o no el burka es algo personal, la limitación en determinados lugares es donde si debe entrar una legislación, al igual que existe con cualquier otro objeto que cubra la cabeza, nada es más ni menos por ser de carácter religioso.

Y ¿es ético que el estado permita a una mujer llevar una prenda que, como es considerado, la degrade? Realmente, debería ser una decisión personal, aunque en muchas ocasiones no lo sea. El estado no decide como tengo o no tengo que vestir yo, si yo tengo o no que llevar la cabeza tapada, tampoco debería entrar en este otro caso, ¿no? Entonces, ¿debería estar permitido un símbolo de dominio tal como esta prenda? Pero si no lo está, se podría considerar como una falta de respeto a la religión y si hablamos de convertir el estado en laico se deberían prohibir estos símbolos religiosos únicamente en los lugares públicos.

En definitiva, la polémica creada alrededor de esta prenda no es tan compleja. Si se permite, se deberían permitir también otras cosas y de no permitirse, seguir prohibiendo las que ya lo están. En mi opinión, es más simple limitar el uso de esta prenda en los lugares públicos y dejarlo a libre elección en el resto, es decir, ceñirse a lo establecido con cualquier objeto que cubra la cabeza, y que los símbolos religiosos queden prohibidos en estos lugares.



Y, cómo olvidarlo, felicidades Ángel.