lunes, 15 de marzo de 2010

Sí.

Aquí estoy. Y eso que hoy no es día para escribir. Pero me duele la cabeza, y, contradicciones de mi vida, eso me hace querer escribir.

Si me dijesen que tengo que perder un sentido, no se cuál eligiría. El tacto lo adoro, como pocas cosas. La vista y el oído son demasiado esenciales, y más sinestésicamente hablando. El gusto... bueno, tiene sus más y sus menos, pero hay sabores que no cambiaría por nada. ¿Y el olfato?

Los olores. Nadie se plantea lo importantes que son. Ni hasta que punto un olor es sabor. E imagino que a no ser que perdiesemos el olfato no le daríamos el valor que tiene.

Pero bah, como ya he dicho, hoy no es día de escribir, hoy es día de dolor en general, de cansancio, de soñar con el fin de semana.

Y el olor a cerveza, (y no, no bebo) anacardos, y palestino/a blanco/a y negro/a.

domingo, 7 de marzo de 2010

Enséñame a vivir.

Si hablamos de educación tengo mucho que decir y poco tiempo para hacerlo. Mucho que criticar, constructivamente, y poco que hacer para remediarlo. El sistema educativo vigente en España no me gusta, ni el concepto que tenemos de enseñanza, ni la forma de obligar a ella. Desgraciadamente yo, tengo poco (para que engañarnos, nulo) poder frente a esto. Y siendo tal y como es, dejando esto a parte, hay cosas con las que tampoco estoy de acuerdo.
Es probable que dentro de unos años esté delante de un grupo de algo menos de unos 30 alumnos impartiendo clases y ¿cómo debería hacerlo?

Cuando tienes que hacer que 30 personillas entiendan lo que les dices, lo asimilen y lo aprendan, tienes una responsabilidad grande en la que influyen muchísimos factores. El respeto, el pánico escénico, la psicología... Y es que la psicología es fundamental, quizá este sea un fallo de muchos profesores, no haber analizado el aprendizaje, no saber a quienes se están enfrentando realmente ni como deben tratarles para que esto funcione.

He aquí mi humilde opinión. Antes de entrar en el ámbito psicológico, es esencial el tener una relación clara con los alumnos. Una distancia justa. Un hasta aquí y ya no más. El adolescente, es un ser bastante inseguro y, en numerosas ocasiones, absurdo y con intención de ser "rebelde" que cree demostrar ser mejor por tener continuas faltas de respeto y creo que desde un comienzo tiene que quedar claro el respeto mutuo.

Una vez establecida la relación social, comienza el duro trabajo de enseñar. Hay ciertos aspectos, como son las fechas, los nombres, etc. que únicamente son posibles de aprender de memoria, asi que, lo que hay que conseguir es que estos datos pasen a la memoria a largo plazo. Captar la atención del alumno y hacer la clase lo más dinámica posible será la clave para que el profesor pueda ayudar al alumno en el proceso de memorizar. Ciertos nombres, ciertas fechas, con la repetición ayudarían al alumno. También emplearía el uso de claves nemotécnicas para los conceptos que se deban aprender de memoria.

Quizá esto no sea deber del profesor, pero existe un gran problema con la motivación. Y es que, seamos sinceros ¿Cuántos alumnos se levantan pensando que quieren aprender, que quieren ir a clase? Los hay, los hay, pero los mínimos. Otros, tienen esa motivación porque piensan en el futuro, la mayoría aún no han alcanzado la madurez suficiente para ello. Cuando no existe motivación es muy complejo hacer que un alumno progrese, pero el problema lo tiene el propio alumno, que, tristemente, no es consciente de ello. Y ¿cómo motivar al que no lo está? Demasiado dificil.

Muchas veces pienso en el día en el que tras el incómodo sonido de una campana, entre en una clase y me dirija a la pizarra. Creo que haría participar a casi todo el mundo, sería la única forma de saber si se está comprendiendo. Pero ¿qué hay del miedo del alumno a preguntar, a resultar tonto a los demás? Creo que un profesor tendría romper muchos tópicos de este tipo.
Pienso en cómo comenzar la clase. Repasar lo visto anteriormente, para ayudar al proceso de aprendizaje y resolver dudas. Confío mucho en los ejemplos prácticos. Creo que todo sería más fácil si en lugar de introducir una teoría como tal y hacerla estudiar, el profesor hiciese a los alumnos llegar a las conclusiones con temas similares a las características de un texto, no decir el romanticismo tiene estas características, sino, desde un texto del romanticismo, sacarlas, o con debates, haciendo pensar al alumno, y siempre que pudiesen existir ejemplos prácticos, emplearlos.

Ser profesor no es fácil, es una gran responsabilidad, es ser algo así como el formador de los que serán el futuro, y no cualquiera tiene capacidades de serlo. La psicología ayuda mucho a los que ejercen esta profesión, pero pocos la emplean. El profesor tiene que poner mucho de su parte, pero llega un punto en el que por mucho que ponga, es el alumno el que decide. Creo que un profesor debe tener muy claro hasta que punto debe involucrarse con el alumno, pero también considero que debe ayudar en la mayor medida posible al alumno a comprender los conocimientos.