Hoy me dijeron algo así como que los niños hablan primero en presente. Porque el presente es lo que existe, por tanto lo que resulta más fácil de comprender. Más tarde aprenden a hablar en pasado. Porque es lo que ha existido, por tanto sería el siguiente en cuanto a nivel de facilidad. Y por último, aprendemos a usar el futuro.
El futuro. Quizá aprendamos demasiado y abusemos de ello. Continuamente pensamos en él, lo planificamos, convirtiendo nuestra vida en lo menos espontáneo posible. Quizá esa sea la forma menos inofensiva de utilizarle.
Creamos ilusiones hablando del futuro, falsas espectativas.
Las ilusiones. Duelen. Se rompen. Son muy frágiles. Sueños. ¿Para qué? Para que se vayan, se rompan, se disipen, se esfumen y duela.
Ilusiones y esperanzas. Espectativas. Todas hacen daño. Alguien me dijo alguna vez que era mejor no esperar nada nunca, así no hay decepción y si ocurre algo ilusiona el doble. Quizá sea verdad, suele tener razón.
No me gusta el futuro, al menos no hablar de él. Lo veo demasiado estúpido y masoquista. Y todo el mundo lo hace. Todo el mundo se desilusiona. Aunque por otro lado, quizá sea esa la clave de vivir momentos felices. Yo quiero vivir espontaneamente y sin ilusiones que se desvanezcan, sin pensar en algo que quizá no exista.
Quien sabe... igual temo al futuro.
Sólo se que hoy vuelven a ser las 12 de la noche y no tengo sueño, que, seguramente sea el día de estas últimas semanas que más pronto acabe en la cama, no sé, cuando llegue el momento se verá. No veo más allá del fin de semana, pero tampoco quiero ver más.
Rayas, rayas grises. Como un 39.
Hoy, escribo cosas sin sentido mientras intento que no te vayas, porque se que la vida contigo si da para más.
Siento el plagio, peeeeeeero... ¿prefieres a la SGAE?
pero no son esas falsas ilusiones, esas falsas espectativas las que en ocasiones te ayudan levantarte? y quien sabe a veces haber vivido con esa ilusion te ha ayudado a conseguir la felicidad y ha producido mas felicidad en ti que decepcion...
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