Amanecer.

Los rayos del sol, el cálido abrazo que recibes de ellos, su reflejo en el lago, las nubes tímidas que van levantándose perezosas a la llegada del Sol. Yo, no por ciega si no por lejanía, no podía gozar de este estupendo fenómeno natural, tú, no por compasión si no por cariño, hiciste lo imposible, tus palabras dibujaban en mi mente las mas hermosas imágenes, tonos anaranjados, rojizos, rosados y un tenue fondo azul... Al principio todo era frio, lentamente fue naciendo, como nace una flor y alumbra con su belleza, así nació, nació el sol, lentamente, lentamente, muy lentamente, haciendo que cada segundo fuese más y más especial, tus palabras y lo que podía ver a traves de esa pequeña ventana me hacían visualizar y presenciar el espectáculo más bello del mundo. Quizá el Amanecer en sí no era tan espectacular... Aunque he de decir que fue una maravilla y jamás vi algo tan fantásitico... Pero que fuese tan sumamente especial y lleno de sentimientos fue sin duda gracias a poder compartirlo contigo, si, de la mano, con mente, corazón y alma.

Los seis, nosotros seis, nosotros dos, tu, yo, yo... Como bien me has enseñado se resume a yo, a yo o a tú, los dos sabemos porque, los dos, los seis... De la mano, aislandonos y yendonos juntos, suplicando que de tiempo, suplicando que viniese el calor, suplicando que los rayos nos abrazasen, que la brisa fuese caliente, que nos iluminase el corazón, muy poco a poco darnos cuenta de que ya lo teniamos y simplemente, limitarnos a sentir.
Sentir, nada más, sentirte aquí, sentirme allí, soñarnos mientras nos sentimos, sentirnos en los sueños. Sentir y descubrir nuevos sentimientos.